Cualquier perrito no necesita vestir capa para ser todo un héroe. Y es que, los más inesperados suelen ser lo que se quedan en la memoria de las personas para siempre. Tal es el caso de George, un pequeño perro jack russel terrier, que salvó a un grupo de niños del ataque de un par de perros pitbull, en 2007, en Nueva Zelanda.

Según relataron los medios del país, como The Sydney Morning Herald, George saltó en la defensa de hasta 5 niños, de apenas entre 4 y 11 años de edad, cuando se dirigían a una lechería en la localidad de Manaia. Los pitbulls decidieron atacar a los niños, pero ahí estuvo el valiente George para acudir en su protección. Según contó el pequeño Richard Rosewarne, de entonces 11 años, el perrito fue mordido en la cabeza y en la espalda, por lo que quedó muy malherido.

El niño también relató que personas cerca del lugar observaron lo sucedido y lograron rescatar a George de inmediato. Pero lamentablemente, las heridas recibidas en su pobre cuerpecito fueron tan profundas, y lo hacían sufrir tanto dolor que, ya era muy tarde para él. El veterinario Steven Hopkinson recomendó que fuera sacrificado. Sus lesiones eran las peores que había visto en su vida. «Dormir a George es sin duda, lo mejor para él», aseguró el veterinario.

Definitivamente, el daño era irreparable y no hubo corazón capaz de verlo en esa situación tan lamentable. George era un perrito adulto, quien para el momento de la trifulca, contaba con 9 años de edad. Vivía con Alan Gay, y representó la única compañía para su abuelo humano, durante 7 años espectaculares. Sus primeros 2 años de vida los pasó al cuidado de los vecinos de Alan, hasta que estos se mudaron. “Estos dos pitbulls se apresuraron y fueron por el niño. George salió tras de ellos, es lo que haría. No tuvo ninguna posibilidad, pero creo que salvó a ese niño de ser mordido”, dijo Alan Gay.

No obstante, tanto su cuidador como todos los residentes de la zona reconocieron el esfuerzo del perrito por salvar a los niños del peligro. No le importó entregar su vida a cambio, con tal de lograr su cometido. Es por eso que todos los habitantes de Manaia fueron todavía más allá, y decidieron inmortalizar su memoria en una estatua hermosa dedicada sólo para George.